Opiniones de tiempos
anteriores a la Reforma.-
El interés en cuanto al significado del "continuo" (Dan.
8: 11-14) comenzó antes de la Reforma y continuó a
través 64 del tiempo de ésta. Se desarrolló este interés
cuando el papado fue claramente identificado como la
"apostasía" profetizada o "misterio de iniquidad", y
como el mayor pervertidor de las verdades fundamentales
y medios de la salvación, especialmente el sacrificio
expiatorio, el sacerdocio celestial de Cristo y el
verdadero culto de Dios. En el siglo XIV, John Wyclef
definió al papado como la "abominación" que había
contaminado el santuario o iglesia, y expresamente
declaró que la doctrina papal de la transubstanciación y
su consiguiente "herejía en cuanto a la hostia", había
eliminado el "continuo". Su contemporáneo el erudito
lolardo Walter Brute concordó plenamente con esa
posición y la unió con los 1.260 y los 1.290 días o
años.
Definido por los
reformadores protestantes.-
Nicolás von Amsdorf, primer obispo protestante de
Naumburg, íntimo colaborador de Lutero, también afirmaba
que el "continuo" era la "predicación inmaculada del
Evangelio", que ha sido anulado y suplantado por las
tradiciones humanas de la apostasía papal. Al mismo
tiempo, Johann Funck, de Nuremberg (primera ciudad libre
que adoptó los principios de la Reforma), quien en 1564
ubicó las 70 semanas desde 457 a. C. hasta 34 d. C.,
también interpretaba el "continuo" como el "verdadero
culto" de Dios.
En el siglo XVII, el obispo anglicano George Downham, de
Inglaterra, continuó) haciendo resaltar que el papa
había quitado el "continuo", el cual él definía como la
"verdadera doctrina y el culto de Dios de acuerdo con su
Palabra". Decía que esa desolación continuaría hasta que
terminaran las 2.300 tardes y mañanas. Thomas Beverley,
que ubicaba los 2.300 años entre Persia y el segundo
advenimiento, concordaba con esto, e insistía en que el
papado había quitado el "continuo culto de los santos".
También hacía notar la relación entre los períodos de
los 1.290, 1.335 y 2.300 años.
Entre los expositores norteamericanos que siguieron esta
misma interpretación, los dos primeros comentadores
coloniales sistemáticos acerca de Daniel fueron Efraín
Huit (1644) y Thomas Parker (1646), quienes explicaban
respectivamente el "continuo" como "el culto continuo de
Dios" y como "el continuo sacrificio o verdadero culto"
eliminado por el papado.
El equivalente en la
Contrarreforma.-
Después del Concilio de Trento, en la Contrarreforma,
tanto el cardenal Belarmino (1542-162l) como Blas Viegas
(1554-1599), jesuita portugués, daban la interpretación
antagónica de que, por el contrario, la abolición o
eliminación del "continuo" era la anulación de la misa
por los protestantes. El cardenal Belarmino añadía que
un anticristo judaico, todavía futuro, aboliría el
continuo sacrificio de la misa.
De esta manera, los representantes de la Reforma y de la
Contrarreforma, en mutuas acusaciones y
contraacusaciones, relacionaban por igual el "continuo"
con el sacrificio falso y el verdadero, con el
sacerdocio de Cristo y el culto verdadero de Dios. El
argumento de los unos era la antítesis del sostenido por
los otros; pero ambos identificaban el "continuo" como
el culto de Dios.
Persisten las
interpretaciones en el siglo XVIII.-
En los tiempos posteriores a la Reforma, el Dr. Sayer
Rudd, bautista británico (m. 1757), declaraba
explícitamente lo que entendía por el "continuo
sacrificio":
El culto puro de Dios bajo el Evangelio; y por haber
sido quitado, la supresión o corrupción de ese culto por
la tiranía anticristiano que tiene lugar al surgir la
apostasía papal (An Essay Towards a New Explication of
the Doctrines of the Resurrection, Millennium, and
Judgment (Ensayo de una nueva explicación de las
doctrinas de la resurrección, el milenio y el juicio ),
p. 14).
En el movimiento metodista, Jean G. de la Fléchére,
íntimo colaborador de Wesley, afirmaba que, al quitar el
"continuo", el obispo de Roma había abolido o
desfigurado mucho el verdadero culto de Dios y Jesús, y
había echado por tierra la verdad". Y muchos de esos
expositores esperaban que esa perversión profetizada
fuera rectificada cuando el santuario se purificara al
fin de los 2.300 días o años. En una obra anónima de
1787, "R. M." relaciona el "continuo" con el servicio
del santuario, en estas palabras:
La supresión del continuo sacrificio y el
establecimiento de la abominación es la supresión del
verdadero culto cristiano, tal como fue instituido por
Cristo y sus apóstoles, y el establecimiento de las
doctrinas y los mandamientos de hombres . . . El
continuo sacrificio es un término mosaico que equivale
al verdadero culto de Dios, apropiado para el tiempo en
que vivió Daniel (Observations on Certain Prophecies in
the Book of Daniel [Observaciones acerca de ciertas
profecías del libro de Daniel], pp 8-9).
El irlandés Hans, Wood, uno de los primeros en declarar
que las 70 semanas son la primera parte de los 2.300
días, en 1787 definió la supresión del "continuo" como
las innovaciones introducidas en lugar del "culto
divino" por el cuerno pequeño papal, lo que ha resultado
en la "profanación del templo", o iglesia. Esto él lo
ubicaba como el comienzo de los 1.290 días. Y durante la
Revolución Francesa, George Bell, escribiendo acerca de
la "Caída del anticristo" ("Downfal of Antichrist") y la
Santa Ciudad hollada por el papado, decía que "los
gentiles, o papistas, . . . suprimen el continuo
sacrificio y establecen la abominación que hace que la
iglesia visible de Cristo sea desolada durante el lapso
de 1.260 años". Consideraba los 1.290 años como un
período 30 años más largo.
Interpretaciones en el
despertar adventista del siglo XIX.-
EN el despertar adventista del Viejo Mundo, en el siglo
XIX, William Cuninghame, de Escocia, al escribir en 1808
observaba que el mahometismo no había suprimido el
"continuo" ni había derribado el lugar del santuario de
Cristo, y declaraba: "La iglesia de Cristo es el templo
o santuario y el culto de esta iglesia, el continuo
sacrificio". Añadía, comentando 2 Tes. 2:
De este templo es quitado el continuo sacrificio cuando
no permanece más esta forma de palabras correctas y
cuando el culto de Dios, únicamente mediante Cristo, es
corrompido y oscurecido mediante una veneración
supersticiosa de la Virgen María y de los santos, o
mediante cualquier forma de culto a las cosas creadas.
Entonces cesa el continuo sacrificio ordenado por Dios (The
Christian Observer, abril de 1808,p.211).
Sostenía que el "continuo sacrificio" de la "iglesia
oriental" fue suprimido casi un siglo antes de la
aparición de Mahoma -es decir, en el siglo VI-, y que la
abominación de la desolación fue introducida mediante
actos de los emperadores romanos cuando establecieron la
autoridad espiritual del cuerno pequeño papal y la
veneración idolátrica de la Virgen María y de los
santos.
Pero George Stanley Faber, erudito canónigo anglicano de
la catedral de Salisbury, sostenía que el mahometismo
también había suprimido el "continuo sacrificio de
alabanza y agradecimiento", y así había "contaminado el
santuario espiritual", al engrandecerse contra Cristo. Y
el capitán Charles D. Maitiand, de la artillería real,
escribía en 1814:
El continuo sacrificio del culto espiritual fue quitado
de la iglesia gentil, y la abominación desoladora
establecida allí dentro, en el año 533 de nuestro Señor.
A partir de este período los santos fueron entregados en
las manos del poder papal, y se le dio autoridad a este
poder para que se enseñoreara sobre ellos y los
tiranizara durante 1.260 años (A Brief and Connected
View of prophecy [Un panorama breve y conexo de la
profecía], p. 27).
Archibald Mason, bien conocido ministro presbiteriano de
Escocia, quien en 1820 estableció los años 457 a. C. y
1843 d. C. como las fechas del comienzo y la 66
terminación de los 2300 años, declaraba que el continuo
sacrificio significa "el culto instituido por Dios en la
iglesia", y que "la desolación y la holladura del
santuario y de la hueste significa el error, la
superstición y la idolatría que se instituyeron en lugar
de aquel culto" (Two Essays on Daniel's . . . Two
Thousand Three Hundred Days [Dos ensayos sobre los 2300
días de Daniel], p. 6). Añade que esto terminará con la
expiración de los 2300 años, cuando "el verdadero culto
de Dios será restaurado".
Además, John Bayford, uno de los patrocinadores de
Joseph Wolff, escribía: "El continuo sacrificio que él
[el poder que huella] ha suprimido es sin duda el
Cordero de Dios, cuya sangre los mahometanos huellan
bajo sus pies". El erudito Frederick Nolan, destacado
lingüista, vinculaba el "continuo sacrificio" con la
"peculiar solemnidad" de las ceremonias del "Gran día de
la expiación" realizadas por el "sumo sacerdote en el
lugar santísimo del templo". Edward Bickersteth, párroco
evangélico y secretario de la Sociedad Misionera de la
Iglesia (Church Missionary Society), refiriéndose a las
70 semanas como cortadas o separadas para los judíos de
los 2300 años, decía que llevaban "desde la restauración
del continuo sacrificio hasta la consumación del
perfecto sacrificio de Cristo" y el ungimiento del
"Santísimo".
Aplicación opuesta de
Manning.-
Durante el despertar adventista del siglo XIX, otro
cardenal católico, Henry Edward Manning, cuando se le
hizo la pregunta: "¿Qué es la supresión del continuo
sacrificio de Dan. 8: 11-14?", contestó que es la
supresión del "sacrificio de la santa eucaristía,... el
sacrificio de Jesús mismo en el Calvario, renovado
perpetuamente y continuado para siempre en el sacrificio
[católico] en el altar". Después acusaba al
protestantismo de haber suprimido el sacrificio de la
misa en el Occidente, y afirmaba que los que hacían eso
eran precursores del futuro anticristo judaico, el cual
-poco antes del fin del mundo- haría que "cesara" por
completo el sacrificio diario de la misa durante un
corto tiempo. Increpaba a los diversos países
protestantes por la "supresión" del "continuo
sacrificio", es decir el "rechazo de la misa", y tildaba
esa supresión como la "marca y característica de la
Reforma protestante" (The Temporal Power of the Vicar of
Jesús Christ [El poder temporal del vicario de
Jesucristo], pp. 158-161).
De modo que, aunque los puntos de vista fueran opuestos,
la cuestión del "continuo" siempre giraba en torno del
sacrificio de Cristo y el sacerdocio, y del culto debido
o verdadero de Dios.
Entre los expositores norteamericanos del siglo XIX
anteriores a los milleritas, o que no participaron de
ese movimiento, no había ninguna diferencia especial
respecto a la interpretación histórica protestante.
Robert Reid, ministro presbiteriano reformado, en 1828
continuaba acusando a la apostasía papal de haber
"contaminado horriblemente" el "santuario de Dios", y
afirmaba que el anticristo así había suprimido el
"continuo" (The Seven Last Plagues [Las sietes postreras
plagas], pp. 4-9, 67-72).
Diferente
interpretación de Miller.-
William Miller, fundador del movimiento millerita,
introdujo una interpretación completamente diferente.
Combinando la expresión "el continuo" de Dan. 8: 11-14;
11: 31; 12: 11, con Mat. 24: 15 y 2 Tes. 2: 7-8, declaró
que el poder de la Roma pagana debía ser quitado del
camino antes de que se revelara "el misterio de
iniquidad" papal. Por lo tanto, llegaba a la conclusión
de que el "continuo" debía ser el paganismo, eliminado
antes de que pudiera desarrollarse el papado.
Un factor vital de esta posición era su interpretación
de la bestia de diez cuernos de Apoc. 13 como la Roma
pagana, una de cuyas cabezas paganas fue herida de 67
muerte y reemplazada por el poder civil del papado,
ejerciendo esta última cabeza su poder durante 42 meses
o 1260 años. Entendía que la bestia de dos cuernos (a la
que él llamaba "bestia-imagen") era el poder
eclesiástico papal, pero aplicaba el número 666 a la
primera bestia, como los años de la dominación pagana de
Roma. Miller comenzaba este período desde el "pacto"
(Dan. 11: 23) humillante de los judíos con los romanos,
que él erróneamente pensaba que había ocurrido en 158 a.
C.*, y que se extendería hasta la "caída" del paganismo.
Calculaba esto sencillamente restando 158 (a. C.) de
666, lo que daba 508 d. C. Miller creía que ésta era la
fecha de la conversión del último rey pagano. Y razonaba
que este hecho suprimió el "continuo" del paganismo
(Miller, Evidence From Scripture and History [Evidencia
de las Escrituras y la historia], 1836, pp. 36, 50,
56-62, 71).
Este concepto, radicalmente diferente de la
interpretación histórica empleada en la Reforma, fue
apoyado por casi todos los milleritas. Pero alrededor de
1842 algunos de ellos comenzaron a disentir con algunas
de las opiniones de Miller. En su primera carta a
Miller, en 1838, su colega Charles Fitch ponía en duda
la comprobación del suceso que Miller había ubicado en
508 (S. Bliss, Memoirs of William Miller [Memorias de
Guillermo Miller], p. 129).
Seis meses antes del chasco de octubre de 1844, Miller
declaró públicamente que sus hermanos por lo general no
habían concordado con él en que 666 significaba 666 años
de la Roma pagana (Midnight Cry [El clamor de
medianoche], febrero 22, 1844, p. 242). En el diagrama
adoptado por el congreso general de los milleritas, en
mayo de 1842, se omite el número 666 como los años del
paganismo, y "el continuo" como el paganismo.
Crosier y el parecer
de la Reforma.-
En 1846 apareció un artículo de O. R. L. Crosier en el
cual se exponían los resultados de su estudio conjunto
con Hiram Edson y F. F. Hahn. Aunque no definía el
"continuo", se basaba en la premisa de que el santuario
que debía ser purificado (Dan. 8: 11-14) en 1844 era el
santuario celestial, el cual comprendía el doble
ministerio de Cristo, basado en su sacrificio único y
absolutamente suficiente:
¿Qué era lo que Roma y los apóstoles de la cristiandad
habrían de profanar conjuntamente? Se formó esa
combinación contra el "pacto santo", y lo que profanaron
fue el santuario de ese pacto; lo cual pudieron hacer,
así como profanar el nombre de Dios (Jer. 34: 16; Eze.
20; Mal. 1: 7). Eso era lo mismo que profanar o
blasfemar el nombre divino.
En este sentido, esta bestia "político-religiosa"
profanó el santuario (Apoc. 13: 6), y echó por tierra su
lugar en el cielo (Sal. 102: 19; Jer. 17: 12; Heb. 8:
1-2), cuando llamaron a Roma la ciudad santa (Apoc. 21:
2) e instalaron allí al papa con los títulos de "Señor
Dios el papa", "Santo Padre", "Cabeza de la Iglesia",
etc.; y allí, en el falsificado "templo de Dios", él [el
papa] profesa hacer lo que Jesús en realidad hace en su
santuario (2 Tes. 2: 1-8). El santuario ha sido hollado
(Dan. 8: 13), así como lo ha sido el Hijo de Dios; Heb.
10: 29 (Crosier, edición extraordinaria del Day-Star,
febrero 7 de 1846, p. 38).
Más tarde Crosier, acercándose al punto de vista de la
Reforma, definió el "continuo" como una doctrina -la de
"que Cristo 'fue crucificado por nosotros' "- que fue
quitada de "él [Cristo]" y reemplazada por el papado
"con sus méritos, intercesiones e instituciones en lugar
de los de Cristo" (Day-Dawn, marzo 19, 1847, p. 2).
Jaime White y el punto
de vista de Crosier.-
Jaime White aceptó en 1846 la enseñanza de Crosier del
santuario hollado bajo los pies, pero no su
identificación del "continuo" hecha en 1847.
Decimos, pues, que el santuario celestial ha sido
hollado en el mismo sentido en que el Hijo de Dios ha
sido hollado. De la misma manera, el "ejército", la
verdadera iglesia, también ha sido hollado. Los que han
rechazado al Hijo de Dios lo han hollado, y por supuesto
han hollado su santuario . . .
El papa ha afirmado que tiene "poder en la tierra para
perdonar pecados", poder que sólo pertenece a Cristo. Se
ha enseñado a la gente a que acuda al "hombre de
pecado", sentado en su templo, o, como lo dice Pablo,
que "se sienta en el templo de Dios como Dios", etc., en
vez de acudir a Jesús, sentado a la diestra del Padre en
el santuario celestial. Al apartarse así de Jesús, el
único que puede perdonar pecados y dar vida eterna, y al
conferirle al papa títulos tales como SANTÍSIMO SEÑOR,
han "pisoteado al Hijo de Dios". Y al llamar a Roma la
"Ciudad Eterna" y la "Santa Ciudad", han hollado la
ciudad del Dios viviente y el santuario celestial. El
"ejército", la verdadera iglesia, que ha acudido a Jesús
en el verdadero santuario para el perdón de los pecados
y la vida eterna, también ha sido pisoteada, como [lo
han sido] su divino Señor y su santuario (The Review and
Herald, enero de 1851, pp. 28-29).
White y otros pioneros adventistas del séptimo día
aceptaron el parecer de Crosier de que el santuario
pisoteado (Dan. 8:13) era el celestial; sin embargo,
sostenían el parecer de Miller de que el santuario
echado por tierra (Dan. 8: 11) era un santuario pagano y
que el "continuo" era el paganismo (Joseph Bates, The
Opening Heavens [Los cielos que se abren], 1846, pp.
30-32; J. N. Andrews, en The Review and Herald, 6 de
enero de 1853, p. 129; Uriah Smith, Id., 1º de noviembre
de 1864, pp. 180-181; James White, Id., 15 de febrero de
1870, pp. 57-58, en una serie titulada "Our Faith and
Hope" [Nuestra fe y esperanza], que se reimprimió como
Sermons on the Coming . . . of Christ [Sermones sobre la
venida de Cristo]).
Smith vuelve a afirmar
el parecer de Miller.-
La declaración de Uriah Smith acerca del parecer
prevaleciente aparece así en la primera edición en
inglés (1873) de su libro sobre Daniel (p. 94):
El cuerno pequeño [de Dan. 8] simbolizaba a Roma en toda
su historia, incluso sus dos fases, pagana y papal.
Estas dos fases son mencionadas en otra parte como el
"continuo" (sacrificio es una palabra añadida) y la
"prevaricación asoladora"; el continuo (asolamiento)
significa la forma pagana, y la prevaricación asoladora,
la papal. En las acciones atribuidas a esta potencia se
habla a veces de una forma y otras veces de la otra.
"Por él", la forma papal, "fue quitado el continuo", la
forma pagana. La Roma pagana dio su lugar a la Roma
papal. Y fue echado por tierra el lugar de su santuario
o culto, la ciudad de Roma. La sede del gobierno fue
trasladada a Constantinopla. El mismo traslado se
presenta en Apocalipsis 13: 2, donde se dice que el
dragón, la Roma pagana, dio a la bestia, la Roma papal,
su sede, la ciudad de Roma, y poder y gran autoridad,
toda la influencia del imperio.
El "concepto nuevo".-
En los últimos años del siglo XIX, la disconformidad con
la exposición de Smith dio como resultado el concepto de
que el "continuo" que había sido "quitado" era el claro
entendimiento del ministerio sacerdotal de Cristo en el
santuario celestial. El pastor L. R. Conradi, desde
Europa, escribió que "el poder papal había quitado el
continuo al desplazar el verdadero servicio del
santuario por medio de su propio servicio humano", y que
el sacrificio de la misa dejaba "de lado al verdadero
Sumo sacerdote, poniendo en su lugar al papa" (carta a
Elena de White, 17 de abril, 1906). Conradi afirmó en la
misma carta haber encontrado que varios autores de la
Reforma habían dicho que el sacrificio de la misa era
"la abominación predicha en Daniel 8", y que por lo
tanto el suyo no era en realidad un "concepto nuevo",
sino una idea más vieja que la de Miller. Esta
interpretación, de que la eliminación del "continuo" se
refería al oscurecimiento de la verdadera religión -la
correcta comprensión del ministerio sacerdotal de
Cristo, por causa de los siglos de opresión y apostasía
papal-, fue aceptada por varios dirigentes adventistas,
entre ellos Arturo Daniells, W. W. Prescott y W. A.
Spicer en Norteamérica.
Hubo cierta disensión entre los dirigentes adventistas
que sostenían la "vieja idea" de Miller y quienes
apoyaban el "concepto nuevo". Ambos partidos le
preguntaron a Elena de White cuál era la explicación
acertada. En 1910 ella reprendió a 69 quienes estaban
discutiendo esta cuestión "de poca importancia" (1MS
193). Dijo que Dios no le había dado ninguna instrucción
sobre este asunto y aconsejó: "Mientras exista la actual
diferencia de opiniones acerca de este tema, no se lo
haga prominente. Cese toda contención. En un tiempo
como éste, el silencio es elocuencia" (1MS 198).*
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