EL REGRESO DE CRISTO
La séptima plaga y la
resurrección especial
Síguese un gran terremoto, "cual no fue jamás
desde que los hombres han estado sobre la
tierra" (Apoc. 16: 18). El firmamento parece
abrirse y cerrarse. La gloria del trono de Dios
parece cruzar la atmósfera. Los montes son
movidos como una caña al soplo del viento, y las
rocas quebrantadas se aparecen por todos
lados... Toda la tierra se alborota e hincha
como las olas del mar. Su superficie se raja.
Sus mismos fundamentos parecen ceder. Se hunden
cordilleras. Desaparecen islas habitadas. Los
puertos marítimos que se volvieron como Sodoma
por su corrupción, son tragados por las
enfurecidas olas... Granizo grande, cada uno
"como del peso de un talento"(vers. 21), hace su
obra de destrucción.
Los sepulcros se abren, y "muchos de los que
duermen en el polvo de la tierra serán
despertados, unos para vida eterna, y otros para
vergüenza y confusión perpetua" (Dan. 12:2).
Todos los que murieron en la fe del mensaje del
tercer ángel, salen glorificados de la tumba,
para oír el pacto de paz que Dios hace con los
que guardaron su ley. "Los que le traspasaron"
(Apoc. 1: 7) 276, los que se mofaron y se rieron
de la agonía de Cristo y los enemigos más
acérrimos de su verdad y de su pueblo, son
resucitados para mirarle en su gloria para ver
el honor con que serán recompensados los fieles
y obedientes.-CS 694-695 (1911).
Dios anuncia el tiempo
de la venida de Cristo
Sobrevinieron sombrías y densas nubes que se
entrechocaban unas con otras. La atmósfera se
partió, arrollándose hacia atrás, y entonces
pudimos ver en Orión un espacio abierto de donde
salió la voz de Dios.-PE 41 (1851).
Pronto oímos la voz de Dios,* semejante al ruido
de muchas aguas, que nos anunció el día y la
hora de la venida de Jesús. Los 144.000 santos
vivientes reconocieron y entendieron la voz;
pero los malvados se figuraron que era fragor de
truenos y de terremoto.-PE 15 (1851).
Al declarar Dios el día y la hora de la venida
de Jesús y conferir el sempiterno pacto a su
pueblo, pronunciaba una frase y se detenía
mientras las palabras de la frase retumbaban por
toda la tierra. El Israel de Dios permanecía con
la mirada fija en lo alto, escuchando las
palabras según iban saliendo de los labios de
Jehová y retumbaban por toda la tierra con el
estruendo de horrísonos truenos. Era un
espectáculo pavorosamente solemne. Al final de
cada frase los santos exclamaban: "¡Gloria!
¡Aleluya!" Estaban sus semblantes iluminados por
la 277 gloria de Dios, y refulgían como el
rostro de Moisés al bajar del Sinaí. Los
malvados no podían mirarlos porque los ofuscaba
el resplandor. Y cuando Dios derramó la
sempiterna bendición sobre quienes le habían
honrado santificando el sábado, resonó un
potente grito de victoria sobre la bestia y su
imagen.-PE 285-286 (1858).
No tengo el menor conocimiento en cuanto el
tiempo mencionado por la voz de Dios. Oí cuando
proclamaba la hora, pero no tuve el recuerdo de
esa hora después que salí de la visión. Escenas
tan emocionantes y de un interés tan solemne
pasaron ante mí, que ningún lenguaje puede
describir. Todo fue una realidad viviente para
mí, pues directamente relacionada con esta
escena apareció la gran nube blanca sobre la
cual estaba sentado el Hijo del hombre.-1MS 86
(1888).
El terror de los
perdidos
Cuando la tierra se bambolee como un ebrio,
cuando los cielos se estremezcan y venga el gran
día del Señor, ¿quién podrá estar firme? Una
cosa verán temblando de agonía, de la cual
procurarán escapar en vano. "He aquí que viene
con las nubes, y todo ojo le verá" (Apoc. 1: 7).
Los que no están salvos pronuncian desesperadas
imprecaciones a la naturaleza muda, su dios:
"Montes y... peñas: Caed sobre nosotros, y
escondednos del rostro de aquel que está sentado
sobre el trono" (Apoc. 6: 16).AFC 358 (1896).
Cuando la voz de Dios ponga fin al cautiverio de
su pueblo, será terrible el despertar para los
que lo hayan perdido todo en la gran lucha de la
vida... La ganancia de una vida entera les es
arrebatada en un momento. Los 278 ricos lamentan
la destrucción de sus soberbias casas, la
dispersión de su oro y de su plata... Los impíos
están llenos de pesar, no por su indiferencia
pecaminosa para con Dios y sus semejantes, sino
porque Dios haya vencido. Lamentan el resultado
obtenido; pero no se arrepienten de su maldad.-CS
711-712 (1911).
Jesús desciende en
poder y gloria
Pronto aparece en el este una pequeña nube
negra, de un tamaño como la mitad de la palma de
la mano. Es la nube que envuelve al Salvador y
que a la distancia parece rodeada de oscuridad.
El pueblo de Dios sabe que es la señal del Hijo
del hombre. En silencio solemne la contemplan
mientras va acercándose a la tierra, volviéndose
más luminosa y mas ,gloriosa hasta convertirse
en una gran nube blanca, cuya base es como fuego
consumidor, y sobre ella el arco iris del pacto.
Jesús marcha al frente como un gran
conquistador...
Con cantos celestiales los santos ángeles, en
inmensa e innumerable muchedumbre, le acompañan
en el descenso. El firmamento parece lleno de
formas radiantes -"millones de millones, y
millares de millares". Ninguna pluma humana
puede describir la escena, ni mente mortal
alguna es capaz de concebir su esplendor...
El Rey de reyes desciende en la nube, envuelto
en llamas de fuego. El cielo se recoge como un
libro que se enrolla, la tierra tiembla ante su
presencia, y todo monte y toda isla se mueven de
sus lugares.-.CS 698-699 (1911).
La reacción de los que
lo traspasaron
Aquellos que jugaron el papel más prominente en
el rechazo y la crucifixión de Cristo, resucitan
para verlo 279 como él es, y los que rechazaron
a Cristo se levantan y ven a los santos
glorificados; es en ese momento cuando los
santos son transformados en un instante, en un
abrir y cerrar de ojos, y son arrebatados para
encontrar a su Señor en el aire. Aquellos que le
colocaron el manto púrpura y pusieron sobre sus
sienes la corona de espinas, y los que
traspasaron con clavos sus manos y sus pies, lo
contemplan y se lamentan.-9MR 252 (1886).
Recuerdan cómo fue menospreciado su amor y se
abusó de su compasión. Piensan en cómo Barrabás,
un asesino y ladrón, fue escogido en su lugar;
cómo Jesús fue coronado con espinas, flagelado y
crucificado; cómo, en las horas de su agonía en
la cruz, los sacerdotes y gobernantes se
burlaban de él, diciendo: "A otros salvó, a sí
mismo no se puede salvar... Descienda ahora de
la cruz para que veamos y creamos". Todos los
insultos y afrentas dirigidos contra Cristo,
todo el sufrimiento causado a sus discípulos,
estarán tan frescos en su memoria como cuando
los actos satánicos fueron llevados a cabo.
La voz que oyeron tan a menudo para suplicar y
persuadir, sonará nuevamente en sus oídos. Cada
tono de bondadoso ruego vibrará tan claramente
en sus oídos como cuando el Salvador hablaba en
las sinagogas y en la calle. Entonces aquellos
que lo traspasaron clamarán a las rocas y a las
montañas que caigan sobre ellos y los oculten
del rostro de Aquel que está sentado en el trono
y de la ira del Cordero.-Carta 131, 1900
"¡Despertaos, los que
dormís, y levantaos!"
Las nubes comienzan a plegarse como un rollo y
allí está la señal brillante y clara del Hijo
del, hombre. Los 280 hijos de Dios saben lo que
esa nube significa. Se oye el sonido de música,
y cuando se acerca, se abren las tumbas y los
muertos son levantados.-9MR 251-252 (1886).
"No os maravilléis de esto: porque vendrá hora
cuando todos los que están en los sepulcros
oirán su voz; y los que hicieron lo bueno,
saldrán a resurrección de vida; mas los que
hicieron lo malo, a resurrección de condenación"
[Juan 5:28-291. Esta voz pronto resonará entre
todos los muertos, y cada santo que duerme en
Jesús se levantará y abandonará su prisión.-Ms
137 (1897).
Los preciosos muertos, desde Adán hasta el
último santo que fallezca, oirán la voz del Hijo
de Dios, y saldrán del sepulcro para tener vida
inmortal.-DTG 558 (1898).
Entre las oscilaciones de la tierra, las
llamaradas de los relámpagos y el fragor de los
truenos, el Hijo de Dios llama a la vida a los
santos dormidos. Dirige una mirada a las tumbas
de los justos, y levantando luego las manos al
cielo, exclama: "¡Despertaos, despertaos,
despertaos, los que dormís en el polvo, y
levantaos!" Por toda la superficie de la tierra,
los muertos oirán esa voz; y los que la oigan
vivirán. Y toda la tierra repercutirá bajo las
pisadas de la multitud extraordinaria de todas
la naciones, tribus, lenguas y pueblos. De la
prisión de la muerte sale revestida de gloria
inmortal gritando: "¿Dónde está, oh muerte, tu
aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" (1
Cor. 15: 55). Y los justos vivos unen sus voces
a las de los santos resucitados en prolongada y
alegre aclamación de victoria.-CS 702 (1911).
281
De las cuevas,
escondrijos y calabozos
En las fortalezas de las montañas, en las cuevas
y guaridas de la tierra, el Salvador revela su
presencia y su gloria.
Un poco más de tiempo, y el que ha de venir
vendrá y no tardará. Sus ojos, como llama de
fuego penetran en las prisiones bien custodiadas
para buscar a los que están ocultos, porque sus
nombres están escritos en el libro de vida del
Cordero. Esos ojos del Salvador están por encima
de nosotros, a nuestro alrededor, y ven toda
dificultad, disciernen todo peligro, y no hay
lugar donde no puedan penetrar, no hay
aflicciones o sufrimientos de su pueblo que
escapen a la simpatía de Cristo...
El hijo de Dios quedará aterrorizado ante la
primera visión de la majestad de Jesús. Sentirá
que no podrá vivir ante su sagrada presencia.
Pero al igual que Juan, oye decir: "No temas".
Jesús colocó su mano derecha sobre Juan y lo
levantó del suelo. Así también hará con sus
hijos leales que confían en él.-AFC 362 (1886).
Los herederos de Dios han venido de buhardillas,
chozas, cárceles, cadalsos, montañas, desiertos,
cuevas de la tierra, y de las cavernas del mar.-CS
708 (1911).
De los profundos
océanos, de las minas y montañas
Cuando Cristo venga para reunir consigo a los
que han sido fieles, resonará la última trompeta
y toda la tierra la oirá, desde las cumbres de
las más altas montañas hasta las más bajas
depresiones de las minas más 282 profundas. Los
muertos justos oirán el sonido de la última.
trompeta, y saldrán de sus tumbas para ser
revestidos de inmortalidad y para encontrarse
con su Señor. -7CBA 921 (1904).
Me explayo con placer en la resurrección de los
justos, quienes saldrán de todas partes de la
tierra, de las cavernas rocosas, de los
calabozos, de las cuevas de la tierra, de la
profundidad de las aguas. Nadie es pasado por
alto. Todos oirán su voz. Se levantarán con
triunfo y victoria.-Carta 113, 1886.
¡Qué escena presentarán estas montañas y cerros
[en Suiza] cuando Cristo, el Dador de la vida,
llame a los muertos! Vendrán de las cavernas, de
los calabozos, de los pozos profundos, donde sus
cuerpos han sido enterrados.-Carta 97, 1886.
Los impíos son muertos
En la loca lucha de sus propias desenfrenadas
pasiones y debido al terrible derramamiento de
la ira de Dios sin mezcla de piedad, caen los
impíos habitantes de la tierra: sacerdotes,
Gobernantes y el pueblo en general, ricos y
pobres, grandes y pequeños. "Y los muertos por
Jehová en aquel día estarán tendidos de cabo a
cabo de la tierra; no serán llorados, ni
recogidos, ni enterrados" (Jer. 25: 33, VM).
A la venida de Cristo los impíos serán borrados
de la superficie de la tierra, consumidos por el
espíritu de su boca y destruidos por el
resplandor de su gloria. Cristo lleva a su
pueblo a la ciudad de Dios, y la tierra queda
privada de sus habitantes. CS 715 (1911).
Para el pecado, dondequiera que se encuentre,
"nuestro Dios es fuego consumido" (Heb. 12: 29).
En todos los que se sometan a su poder, el
Espíritu de Dios consumirá el pecado. Pero si
los hombres se aferran al pecado, llegan a
identificarse con él. Entonces la gloria de
Dios, que destruye el pecado, debe destruirlos a
ellos también. -DTG 82-83 (1898).
La gloria de su rostro, que es vida para los
justos, será fuego consumidor para los impíos.-DTG
552 (1898).
La destrucción de los
impíos es un acto de misericordia
¿Podrían acaso aquellos cuyos corazones están
llenos de odio hacia Dios y a la verdad y a la
santidad alternar con los ejércitos celestiales
y unirse a sus cantos de alabanza? ¿Podrían
soportar la gloria de Dios y del Cordero? No,
no; años de prueba les fueron concedidos para
que pudiesen formar caracteres para el cielo;
pero nunca se acostumbraron a amar lo que es
puro; nunca aprendieron el lenguaje del cielo, y
ya es demasiado tarde. Una vida de rebelión
contra Dios los ha inhabilitado para el cielo.
La pureza, la santidad y la paz que reinan allí
serían para ellos un tormento; la gloria de
Dios, un fuego consumidor. Ansiarían huir de
aquel santo lugar. Desearían que la destrucción
los cubriese de la faz de Aquel que murió para
redimirlos. La suerte de los malos queda
determinada por la propia elección de ellos. Su
exclusión del cielo es un acto de su propia
voluntad y un acto de justicia y misericordia
por parte de Dios.-CS 598 (1911).
¡Rumbo al hogar!
Los justos vivos son mudados "en un momento, en
un abrir de ojo". A la voz de Dios fueron
glorificados; ahora son hechos inmortales, y
juntamente con los santos resucitados son
arrebatados para recibir a Cristo su Señor en
los aires. Los ángeles "juntarán sus escogidos
de los cuatro vientos, de un cabo del cielo
hasta el otro". Santos ángeles llevan niñitos a
los brazos de sus madres. Amigos, a quienes la
muerte tenía separados desde largo tiempo, se
reúnen para no separarse más, y con cantos de
alegría suben juntos a la ciudad de Dios.-CS 703
(1911).
Juntos entramos en la nube y durante siete días
fuimos ascendiendo al mar de vidrio.-PE 16
(1851).
Cuando el carro ascendía, las ruedas exclamaba
"¡Santo!" y las alas, al batir, gritaban:
"¡Santo!" y la comitiva de santos ángeles que
rodeaba la nube exclamaba: Santo, santo, santo,
Señor Dios Todopoderoso!" Y lo santos en la nube
cantaban: "¡Gloria! ¡Aleluya!"- PE 35 (1851).
Oh, cuán glorioso será verle y recibir la
bienvenida como sus redimidos! Largo tiempo
hemos aguardado; pero nuestra esperanza no debe
debilitarse. Si tan sólo podemos ver al Rey en
su hermosura, seremos bienaventurados para
siempre. Me siento inducida a clamar con gran
voz: "¡Vamos rumbo a la atria!"-3JT 257 (1904).
Los ángeles cantan:
¡Cristo ha vencido!
En aquel día los redimidos resplandecerán en la
gloria 285 del Padre y del Hijo. Tocando sus
arpas de oro, los ángeles darán la bienvenida al
Rey y a los ángeles darán la bienvenida al Rey y
a los trofeos de su victoria: los que fueron
lavados y emblanquecidos en la sangre del
Cordero. Se elevará un canto de triunfo que
llenará todo el cielo. Cristo habrá vencido.
Entrará en los atrios celestiales acompañado por
sus redimidos, testimonios de que su misión de
sufrimiento y sacrificio no fue en vano.-3JT 432
(1909).
Con amor inexpresable, Jesús admite a sus fieles
"en el gozo de su Señor". El Salvador se
regocija al ver en el reino de gloria las almas
que fueron salvadas por su agonía y
humillación.-CS 705 (1911).
Cristo contemplará entonces su recompensa en los
resultados de su obra. En aquella gran multitud
que no podrá ser contada por ningún hombre,
presentada "irreprensible delante de la
presencia de su gloria con gozo extremado".
Aquel cuya sangre nos ha redimido y cuya vida ha
sido para nosotros una enseñanza, "verá el fruto
del trabajo de su alma, y quedará satisfecho".-Ed
298 (1903).
Los santos reciben
coronas y arpas
Vi después un gran número de ángeles que traían
de la ciudad brillantes coronas, una para cada
santo, cuyo nombre estaba inscrito en ella. A
medida que Jesús pedía las coronas, los ángeles
se las presentaban y con su propia diestra el
amable Jesús las ponía en la cabeza de los
santos.-PE 288 (1858).
En el mar de vidrio, los 144.000 formaban un
cuadrado 286 perfecto. Algunas coronas eran muy
brillantes y estaban cuajadas de estrellas,
mientras que otras tenían muy pocas; y sin
embargo, todos estaban perfectamente satisfechos
con su corona.-PE 16 (1851).
La corona de vida será brillante u opaca,
relucirá con muchas estrellas, o será iluminada
con unas pocas gemas, de acuerdo con nuestro
proceder.-6CBA 1104 (1895).
En el cielo no habrá ningún salvado con una
corona sin estrellas. Si entráis allí, habrá
algún alma en las cortes de gloria que ha
entrado por vuestro intermedio.-ST Junio 6,
1892.
Antes de entrar en la ciudad de Dios, el
Salvador confiere a sus discípulos los emblemas
de la victoria, y los cubre con las insignias de
su dignidad real. Las huestes resplandecientes
son dispuestas en forma de un cuadrado hueco en
derredor de su Rey... Sobre la cabeza de los
vencedores, Jesús coloca con su propia diestra
la corona de gloria... A todos se les pone en la
mano la palma de la victoria y el arpa
brillante. Luego que los ángeles que mandan dan
la nota, todas las manos tocan con maestría las
cuerdas de las arpas, produciendo dulce música
en ricos y melodiosos acordes... Delante de la
multitud de los redimidos se encuentra la ciudad
santa. Jesús abre ampliamente las puertas de
perla, y entran por ellas las naciones que
guardaron la verdad.-CS 703-704 (1911). 287
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