Iglesia Adventista del 7º Día - Página de Edgar Huamán Julca

Imperio Neobabilónico

Home
Acerca de mi
Mi Hijo
Imágenes para reflexionar
Mis Creencias
Las 7 Iglesias del Apocalipsis
Historia del Canon del NT
Historia del Canon del AT
Las Bienaventuranzas
La Lluvia Tardía
El Fuego Eterno
El Sellamiento
El Zarandeo
Música y Adoración
Pensamientos
Símbolos
Desde la liberación hasta la 2ª venida
Rebautismo
GRAJAs
Segunda Venida
Mayordomía Integral
Evidencias del Diluvio
Los nombres de Dios en el AT
Imperio Neobabilónico
Imperio Medo Persa
Libros Deuterocanónicos
El Continuo
Las 70 Semanas
Vínculos

El Imperio Neobabilónico desde 626 hasta 586 AC


Babilonia había disfrutado de una historia larga e ilustre antes que los asirios llegasen a dominar el valle mesopotámico. El imperio de Sargón de Agadé y el del rey amorreo Hammurabi habían dado un brillo a Babilonia que sobrevivió los largos siglos de debilidad política, durante los cuales los asirios gobernaron esta parte del mundo antiguo. El idioma y la escritura de Babilonia, su literatura y cultura, se consideraban como modelos clásicos; y por una u otra razón Marduk, el dios de los babilonios, ejerció un hechizo mágico sobre todos los pueblos mesopotámicos. Los asirios vencieron y ocuparon repetidas veces a Babilonia durante los siglos de su gobierno supremo sobre Mesopotamia, pero generalmente trataron con respeto a ese país. Por lo tanto, nunca fue completamente incorporado al imperio asirio, y siempre disfrutó de una posición distinta de la de otras naciones dominadas. Senaquerib tuvo la osadía de destruir la ciudad, pero sus contemporáneos, y hasta muchos asirios, consideraron que éste era un crimen tan sacrílego y blasfemo, que su hijo Esar-hadón reconstruyó la ciudad tan pronto como llegó al trono.
Esta gloria antigua y aparentemente inmortal que rodeó a Babilonia, hizo posible que la idea de un imperio neobabilónico fuese aceptada rápidamente después de la caída del reino asirio, y prestó a su memoria un brillo que perduró mucho después de su breve vida de menos de un siglo.
El establecimiento del nuevo reino babilónico por Nabopolasar y sus campañas contra los asirios, han sido tratadas en las págs. 68 y 69 de este tomo en conexión con el derrumbe del imperio asirio. Siendo que este artículo versa sobre la historia antigua solamente hasta el 586 AC, año de la destrucción de Jerusalén, los acontecimientos de los últimos 45 años de la historia del Imperio Babilonio se tratarán en el t. III de este comentario.


Fuentes.


Por razones aún no enteramente claras, se han descubierto muy pocas inscripciones históricas correspondientes al período del Imperio Neobabilónico. Muchos textos que describen transacciones comerciales proyectan luz sobre este período, y hay inscripciones de edificios que proporcionan información respecto a las extensas actividades edilicias de los monarcas babilonios. Pero no se han hallado aún anales reales o inscripciones que igualen en alguna forma a las de los emperadores asirios. La ausencia deplorable de inscripciones históricas puede deberse en parte a una mala disposición de parte de los babilonios para registrar sucesos de naturaleza política o militar, y tal vez en parte a la desafortunada coincidencia de que ha sido descubierto poco material importante que puede haber sido conservado.


La Crónica Babilónica se ha conocido por años y se ha publicado en parte. En 1923 y en 1956 se publicaron colecciones del período neobabilónico, entre ellas 95 varias tablillas cuneiformes del Museo Británico. Esta crónica relata, año por año, los sucesos políticos a partir del año de la ascensión de Nabopolasar hasta el 11.º año de Nabucodonosor, con sólo un vacío de 7 años en el reinado de Nabopolasar. La así llamada Crónica de Nabonido, aunque imperfecta, da un relato de los acontecimientos de una cantidad de años durante el reinado del último rey babilonio.


Sin embargo, en total hay muy pocos registros cuneiformes disponibles como para hacer una reconstrucción de la historia del nuevo período babilónico. Por lo tanto, es motivo de satisfacción el que la Biblia dé más detalles de este período que de cualquier otro período de la historia bíblica. La información que proporcionan los libros de Reyes, Crónicas, Jeremías y Daniel, añadida a la que se encuentra en las obras de Josefo y en las inscripciones cuneiformes disponibles, permite formar un cuadro bastante claro de lo que sucedió en este significativo período del mundo antiguo que señaló el fin del reino de Judá.


Cronología.


La cronología del Imperio Neobabilónico está fijada. Una tablilla del Museo de Berlín contiene el registro de muchas observaciones astronómicas hechas durante el 37.º año del reinado de Nabucodonosor. Los astrónomos que verificaron estos datos probaron que los fenómenos descritos ocurrieron en el año calendario babilónico equivalente a 568/567 AC, de primavera a primavera [del hemisferio norte]. Siendo que es posible así determinar en forma exacta el 37.º año del reinado de Nabucodonosor hasta el día preciso, en términos de fechas AC, es fácil, con la ayuda de decenas de miles de documentos comerciales fechados de esa época, reconstruir el reinado completo de este monarca y de otros reyes del Imperio Neobabilónico. Siendo que los resultados cronológicos obtenidos de esta manera están perfectamente de acuerdo con la lista de reyes babilonios contenida en el Canon de Tolomeo, no hay duda de que la cronología del período del nuevo imperio está basada en hechos sólidos.


Nabopolasar (626-605 AC).


Los sucesos favorecieron de una manera excepcional a Nabopolasar, que había sido monarca independiente de Babilonia bajo los últimos reyes nominales de Asiria. Ganó todo aquello por lo cual había luchado durante muchos años Marduk-apal-lddina (Merodac-baladán). No sólo estableció un imperio babilónico regido por una monarquía caldea, sino que también vio caer en el polvo a Asiria, su mayor enemigo. Cuando los medos y los babilonios destruyeron a Nínive en 612 AC, Ciajares y Nabopolasar dividieron entre ellos el territorio del coloso asirio derrumbado. Así cayó en manos del rey babilonio un imperio que, por lo menos nominalmente, se extendía desde el golfo Pérsico, pasando por Mesopotamia, Siria y Palestina, hasta las fronteras de Egipto. Los medos quedaron satisfechos con recibir del anterior imperio asirio sus provincias septentrionales y las de Anatolia. Además, las relaciones entre los dos nuevos poderes permanecieron siendo cordiales y nunca fueron alteradas, hasta donde nos permita saber nuestro conocimiento incompleto de dicho período. Su amistad mutua fue sellada por el casamiento de Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar, con la princesa meda Amuhia (Amihia).


En los años que siguieron a la caída de Nínive, se consolidó el territorio recién adquirido y se sofocó la resistencia de los restos del reino asirio que, auxiliados por fuerzas egipcias, lucharon por sobrevivir bajo su rey Asur-ubalit II en la región de Harán. Durante varios años el rey babilonio no obtuvo una victoria decisiva, aunque las fuerzas asirias deben haberse debilitado. Por el año 609 AC el ejército asirio parece haber sido completamente eliminado, y desde ese tiempo en adelante no se lo menciona más como un adversario militar. Sin embargo, Necao de Egipto, debido a 96 su victoria sobre Josías, estaba en posesión de Judea y también había ocupado a Siria y partes del norte de Mesopotamia. Puesto que Nabopolasar se consideraba heredero de los territorios que habían pertenecido al imperio asirio, no podía permitir que Egipto rettiviera los territorios asiáticos ocupados por Necao. A fines de 606 AC Nabopolasar había pacificado sus posesiones mesopotámicas y podía prestar más atención a la amenaza egipcia en el oeste, donde las guarniciones babilonias sufrían seríos einbates. En vista de que el anciano rey estaba achacoso, la campaña contra Egipto se le confió a Nabucodonosor, el príncipe heredero. Primero ganó victorias decisivas sobre el ejército egipcio en Carquemis cerca del Eufrates, y pocas semanas más tarde cerca de Hamat, en Siria. A mediados de 605 AC Nabucodonosor estaba listo para la invasión de Egipto cuando recibió la noticia de la muerte de su padre el día 8 del mes de Ab (aproximadamente el 15 de agosto de 605). Esto decidió su regreso inmediato a Babilonia y su ascensión al trono el 1.º de Elul (aproximadamente el 7 de septiembre).


Nabucodonosor II (605-562 AC).


En Nabucodonosor II, Nabopolasar tuvo un digno sucesor, y Babilonia, un rey próspero e ilustre. El llevó a cabo muchas campañas militares, especialmente contra Judá, como lo sabemos por la Biblia y por la Crónica Babilónica descubierta no hace mucho, y pudo pacificar los países pertenecientes a su imperio. Sin embargo, dedicó a obras de paz la mayor parte de sus energías y recursos. Su principal ambición fue convertir su capital en la metrópoli más gloriosa del mundo. Se gastaron ingentes sumas de dinero en la edificación de palacios, templos y fortificaciones, y Babilonia llegó a ser una ciudad de la cual pudo decir Nabucodonosor: "¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué ... para gloria de mi majestad?" (Dan. 4: 30). Una descripción de la ciudad que él edificó se presenta en la nota adicional del cap. 4 de Daniel.

 

 

El Imperio Neobabilónico desde 586 hasta 539 AC



Nabucodonosor II (605-562 AC).


Después de la conquista de Judá y la destrucción de Jerusalén, Nabucodonosor dirigió su atención principalmente a obras de paz y llevó a cabo grandes construcciones. El rey estaba muy orgulloso de esta clase de realizaciones, como lo revelan sus muchas inscripciones en los edificios. Babilonia fue prácticamente reconstruida por él. Agrandó la ciudad y la rodeó de nuevas fortificaciones, con las cuales encerró el último palacio que había edificado a más de kilómetro y medio hacia el norte del sitio del antiguo. Siguiendo sus directivas, se hermoseó el gran templo de Marduk, llamado Esagila, y se completó su torre, Etemenanki, que 48 ya estaba en ruinas cuando su padre tomó el trono. Se reconstruyeron o edificaron muchos otros templos en Babilonia y otras ciudades durante el reinado de Nabucodonosor, período que vio una actividad de construcciones más extensas que cualquier otra época de la historia de Mesopotamia.


Se sabe muy poco de las empresas militares de Nabucodonosor después de la campaña de Judea, pues no hay nada después de su 11.º año en las crónicas babilónicas existentes (en la bibliografía de la pág. 86, ver la obra con esas crónicas, editada por D. J. Wiseman), que relatan muchas campañas militares de Nabopolasar y Nabucodonosor, y una de Nergal-sar-usur. Sin embargo, se sabe que Nabucodonosor luchó durante 13 años contra Tiro (585-573 AC.). Esa orgullosa potencia marítima, que confiaba en su posición isleña inexpugnable, se negó a inclinarse ante el monarca babilónico, y por eso se atrajo la ira de Nabucodonosor. Un año antes que comenzase la campaña de Nabucodonosor contra Tiro, el profeta Ezequiel había predicho la suerte de la rica ciudad comercial, que abarca grandes secciones residenciales sobre tierra firme, y depósitos, arsenales, fábricas y astilleros ubicados en la seguridad de una islita rocosa separada de la costa. Las fuerzas de Nabucodonosor conquistaron y destruyeron la parte continental de Tiro a la cual se aplican las profecías de Ezequiel, pero durante muchos años sitiaron en vano la isla. Tiro finalmente se rindió con la condición de retener a su rey, aunque tuvo que aceptar la intervención de un alto comisionado babilónico, que fiscalizaba los asuntos externos e internos de Tiro y cuidaba de los intereses de Babilonia.


En esta época debe haberse llevado a cabo una campaña contra elementos revoltosos entre los anteriores vecinos de Judá: Siria, Amón Moab, también contra Egipto -como lo indicaba Josefo- en el año 23 del reinado de Nabucodonosor (582 AC). También parece que algunos judíos que, habían sido dejados en el país después del desastre de 586 AC participaron en actividades antibabilónicas, lo que provocó la acción punitiva de Nabucodonosor por la cual 745 judíos más fueron llevados cautivos a Babilonia, según Jer. 52: 30.


Aunque, el sitio de Tiro no había sido infructuoso, los caldeos se sintieron chasqueados y consideraron que no compensaba los esfuerzos de un asedio de 13 años, como lo revelan las palabras de Ezequiel (cap. 29: 18-20). Sin embargo, el profeta predijo que hallarían rico botín en Egipto. Poco se sabe de la campaña egipcia de Nabucodonosor predicha en esta profecía. Un sólo fragmento de tablilla, que está en el Museo Británico, habla de guerra de Nabucodonosor - en el 37.º año de su reinado (568 AC)- contra Amasis de Egipto. Es comprensible la ausencia de registros egipcios referentes a esta guerra de resultados sin duda desastrosos para Egipto, pero es desafortunado que tampoco existan registros babilónicos que nos permitan ver cómo se cumplió la profecía de Ezequiel. Siendo que Amasis continuó reinando en Egipto después de esta campaña, puede ser que Nabucodonosor lo hubiLera perdonado y vuelto a colocar en el trono.


Los testimonios documentales seculares nada dicen de los últimos siete años del gran rey. el libro de daniel registra siete años de locura de nabucodonosor, sin duda seguidos por su muerte, ocurrida quizá poco después que se restablecio (Dan. 4). Este hecho no figura en los registros de la época, que ocultan con todo cuidado las de ficiencias de su gobernante.


Amel-Marduk, Negal-sar-usur y Labasi-Marduk (562-556 AC)


Cuando Nabucodonosor, uno de los más brillantes monarcas de la antigüedad, murió a principios de octubre del 562 AC, después de un reinado de 43 años, su hijo Amel-Marduk -el Evil-merodac de la Biblia- ascendió al trono (562-560 AC). Los 49 historiadores antiguos sólo lo conocen como un hombre de vida impía y desordenada, pero la Biblia nos informa que perdonó a Joaquín, el rey encarcelado de los judíos, y le concedió honores reales (Jer. 52: 31-34) en el 37.º año después que fue deportado de Jerusalén por .Nabucodonosor.


Amel-Marduk no ostentó el poder de su padre, y después de un reinado de menos de dos años fue asesinado por revolucionarios, que colocaron en el trono a uno de los suyos, Nergal-sar-usur (Gr.: Neriglisar), quien no sólo había sido uno de los cortesanos que recibió más honores de Nabucodonosor (Jer. 39: 3, 13), sino que también fue su yerno, y por lo tanto cuñado de Amel- Marduk. Nergal-sar-usur (560-556 AC) efectuó una incursión a Cilicia en 557/56, registrada en la crónica (pág. 48). Afirma haber construido templos y palacios y haber destruido a sus enemigos y quemado vivos a sus opositores.


Puesto que llegó al trono cuando era relativamente anciano, murió después de un corto reinado de menos de cuatro años. Su hijo Labasi-Marduk lo sucedió y gobernó quizá menos de dos meses, en mayo y junio del 556 AC. Entonces una gavilla de conspiradores lo torturó hasta matarlo y colocó como rey de Babilonia a Nabonido, uno de los suyos.


Nabonido (556-539 AC).


Los antepasados del nuevo gobernante no han sido identificados en forma definida, pero parece que su padre fue príncipe de Harán, con el nombre de Nabu-Balatsu-iqbi, y su madre fue probablemente Shumua-damqa, sacerdotisa de Sin (el dios luna), quien, según un monumento que se cree fue levantado en su honor, ocupó este puesto en el templo de Sin, en Harán, desde el tiempo de Asurbanipal. Existe la opinión de que cuando Harán fue conquistada por los medos y babilonios en 610 AC, ella y su joven hijo pueden haber sido llevados cautivos a Babilonia, y ella fue llevada al harén de Nabucodonosor donde, con el transcurso del tiempo, pasó de concubina a ser la esposa favorita del rey. También se le concedieron favores reales a su hijo Nabonido, quien llegó a ser funcionario de influencia en la administración del imperio, como se ve porque probablemente fue escogido en 585 AC por Nabucodonosor para que actuara como mediador en la guerra entre medos y lidios. Es probable que estuviera casado con una de las hijas de Nabucodonosor así fuera yerno del rey. Por esta razón Daniel pudo llamar a Nabucodonosor padre de Belsasar, según la usanza hebrea, con el significado de "antecesor" o "abuelo" en este caso (Dan. 5: 11). El siguiente cuadro genealógico mostrará el parentesco existente entre los diversos gobernantes del Imperio Neobabilónico, que se enumeran en orden desde Nabopolasar hasta Nabonido

 

Cuando Nabonido llegó al trono se necesitaba un gobernante fuerte. Los medos se habían vuelto osados bajo los débiles gobernantes anteriores de Babilonia, y se habían anexado la región de Harán. Este fue un acto de agresión, que si no era reprimido podía servir de estímulo para más incursiones. Por lo tanto, durante sus primeros años de reinado, Nabonido consideró la reconquista de Harán como su primer deber. Al hacerlo demostraba que llegaría a ser un gobernante fuerte y decidido; sin embargo, esa esperanza no se realizó, porque el rey parecía tener intereses extremadamente abarcantes y planes demasiado amplios. Rendía culto al dios lunar Sin, y en Harán reconstruyó el templo de este dios, que había estado en ruinas desde 610 AC. También levantó edificios sagrados en Ur, donde ubicó a su hija como sacerdotisa de Sin. Se interesó en la historia antigua de su nación, y desenterró viejos registros. Sin embargo, parece haber reconocido los peligros que surgían hacia el Oriente y tomó medidas para afrontarlos. Entre ellas puede contarse su campaña contra Arabia, que se mencionará más adelante, en uno de los párrafos que siguen.


En 553 AC, mientras combatía en la Palestina oriental, cayó enfermo y fue al Líbano para curarse. Inmediatamente llamó a su hijo Belsasar y le confió el reino. De este modo procuró garantizar la perpetuidad de su casa real, para que de esa forma ningún usurpador fuera puesto en el trono de Babilonia durante su ausencia. Así estuvo libre para llevar a cabo nuevos planes de expansión de su imperio. Mientras tanto, Belsasar regresó a Babilonia y a principios del 552 (probablemente, ver pág. 98) reinó como corregente sobre las provincias centrales en nombre de su padre. Esto explica la razón por la cual, cuando deseó honrar a Daniel de una manera especial, sólo pudo ofrecerle nada más que el tercer puesto en el reino, el más encumbrado que estaba facultado para ofrecerle, porque él mismo ocupaba el segundo lugar (Dan. 5: 16).


Tan pronto como Nabonido salió de su enfermedad, comenzó una invasión del noroeste de Arabia y conquistó el oasis de Tema, que había de ser su residencia durante muchos años, y donde levantó grandes palacios. No se conoce la verdadera razón de esta conquista. Algunos historiadores han creído que Nabonido fue a Arabia a fin de tener una capital más segura en el caso de que cayese Mesopotamia en manos de los medos y los persas del Irán, o porque estaba enfermo de la mente y necesitaba ese lugar de aislamiento. Sea cual fuere la razón, Nabonido permaneció en Tema por lo menos hasta el 11.º año de su reinado, 545 AC, y durante ese tiempo llevó a cabo con éxito varias campañas contra las tribus árabes del sur.


Mientras tanto se había malquistado completamente con los personajes principales de Babilonia, especialmente los sacerdotes. Su larga ausencia de la capital produjo la omosión de varias fiestas de año nuevo que continuamente proporcionaban muchos recursos para los templos y el favoritismo que demostró por Sin le atrajo la hostilidad del sacerdocio de Marduk. La mala administración del gobierno de Belsasar puede haber ahondado en muchos babilonios el deseo de que hubiera un cambio de administración. Sin embargo, los dos gobernantes parecen haber tenido tan firmemente en sus manos las riendas del gobierno, que no se intentó ninguna rebelión. Si la hubo, es razonable concluir que fracasó, pues no tenemos absolutamente ningún registro de ella.
Durante los primeros años del reinado de Nabonido surgió una nueva estrella en el cielo político del Cercano Oriente, Ciro, rey vasallo de los medios, conocido como el gobernante de las tribus persas, quien se designaba a sí mismo "rey de 51 Ansán". Se rebeló contra su señor Astiages de Media y, después de haber tomado la capital Ecbatana, depuso a su rey en 553 AC, ( según otras fuentes en 550), alrededor del tiempo cuando Nabonido nombró como corregente a Belsasar. El peligro de parte de las tribus orientales empezó a sentirse con mayor realidad que antes, y cuando Creso de Sardis, rey de Lidia, propuso al rey Amasis de Egipto y a Nabonido que formaran una alianza contra el nuevo poder oriental, Nabonido aceptó gustoso.


De acuerdo con la máxima de que "el ataque es la mejor, defensa", Creso invadió el territorio persa en 547 AC, pero por haber calculado mal sus fuerzas, perdió su capital y su reino antes que sus aliados tuvieran tiempo de organizarse de ayudarlo contra Ciro.


En los años siguientes Ciro consolidó su poder en el imperio que entonces se extendía desde la meseta irania hasta la costa occidental del Asia Menor. Cuando finalmente en 539 AC, después de algunos años adicionales de preparación, Ciro creyó que había llegado el tiempo para marchar contra el débil imperio de Nabonido, cayó ante él sin esfuerzo la rica provincia oriental de Gutium, fronteriza con el territorio de Ciro y que formaba el baluarte principal de la muralla meda construida por Nabucodonosor para proteger su imperio contra una posible invasión desde el este. Nabonido naturalmente se alarmó. Tal vez para protección propia o para privar a Ciro de la ayuda de los dioses locales en caso de invación, trasladó las estatuas de los dioses de varias ciudades a Babilonia durante la primavera y el verano de 539. Así aumentó el resentimiento de las poblaciones y de los sacerdotes locales, quienes consideraron que les robaba sus dioses. Este acto también provocó el antagonismo de los sacerdotes de Babilonia al aumentar la competencia religiosa en la capital, que era considerada principalmente como dominio del famoso y muy respetado dios Marduk.


Cuando Ciro estuvo listo para marchar contra Babilonia, Belsasar había reunido sus fuerzas en Opis, sobre el Tigris, para hacer frente a la amenaza de invasión para impedir que Ciro cruzase el río. En la batalla que siguió los babilonios sufrieron una desastrosa derrota, y los persas avanzaron inmediatamente hasta Sippar, junto al Eufrates, sin hallar resistencia alguna. Ciro tomo pacíficamente esa ciudad el 11 de octubre de 539 AC. Nabonido mismo huyó en dirección al sur. Belsasar regresó a Babilonia, a unos 56 km hacia el sur de Sippar y, confiado en sus grandes fortificaciones, pemaneció en la ciudad. Fue allí donde, con espíritu de orgullo y arrogancia y con un temerario sentimiento de seguridad (PR 384), pasó bebiendo su última noche con sus concubinas y amigos en una orgía frívola, en la que usó los vasos sagrados del templo de Salomón (Dan. 5). El 12 de octubre Babilonia cayó ante las fuerzas de Ciro que, según Herodoto, habían desviado el Eufrrates que normalmente corría por la ciudad y entraron sin oposición. Belsasar fue muerto. Nabonido, que había huido hacia el sur, sin duda halló que ya le habían interceptado los caminos de escape, por lo que regresó a Babilonia y sé entregó a la misericordia de su enemigo victorioso. Según un informe griego, su vida fue respetada por el generoso Ciro, y fue nombrado como gobernante subordinado de la lejana Carmania.


El imperio de los caldeos llegó así a un fin sin gloria después de una existencia de menos de un siglo. Fundado por un gobernante poderoso, Nabopolasar, agrandado y consolidado por su tío Nabucodonosor, igualmente poderoso, el imperio se desintegró rápidamente después de la muerte de este último durante una sucesión de gobernantes débiles. El Imperio Neobabilónico había desplegado una gloria de riquezas materiales como tal vez nunca existió antes. Por eso se lo comparó con "la 52 cabeza de oro" en el cuadro profético del sueño de Nabucodonosor (Dan. 2: 38). Sin embargo, siempre tuvo las siguientes debilidades inherentes, que materialmente favorecieron y aceleraron su caída:


1. La nación babilónica estaba envejecida y había estado sometida durante tantos siglos a los amorreos, coseos, asirios y ahora a los caldeos arameos, que carecía de algunos rasgos de carácter que hacen que una nación sea políticamente fuerte y sana.


2. No había intereses ni vínculos comunes que ligasen a las distintas naciones del imperio con la dinastía caldea. Los mismos babilonios eran étnicamente extraños para los caldeos, que sólo formaban la clase dominante. Cuando el vigor del gobernante compensaba estas debilidades, como en el caso de Nabucodonosor, el imperio parecía fuerte. Sin embargo, con un gobernante débil como Nabonido, que se ausentó durante muchos años de su capital, que se interesaba más en las antigüedades del país que en sus necesidades presentes, y que favorecía más a una deidad provincial que al dios patrono nacional, además de cometer otras acciones insensatas y errores políticos, no podía permanecer intacto el heterogéneo Imperio Babilónico.

 

 

 

Fuente: Comentario Bíblico Adventista Tomos 2 y 3

 

Comparte esta página con los hermanos