El Imperio
Neobabilónico desde 626 hasta 586 AC
Babilonia había disfrutado de una historia larga e
ilustre antes que los asirios llegasen a dominar el
valle mesopotámico. El imperio de Sargón de Agadé y el
del rey amorreo Hammurabi habían dado un brillo a
Babilonia que sobrevivió los largos siglos de debilidad
política, durante los cuales los asirios gobernaron esta
parte del mundo antiguo. El idioma y la escritura de
Babilonia, su literatura y cultura, se consideraban como
modelos clásicos; y por una u otra razón Marduk, el dios
de los babilonios, ejerció un hechizo mágico sobre todos
los pueblos mesopotámicos. Los asirios vencieron y
ocuparon repetidas veces a Babilonia durante los siglos
de su gobierno supremo sobre Mesopotamia, pero
generalmente trataron con respeto a ese país. Por lo
tanto, nunca fue completamente incorporado al imperio
asirio, y siempre disfrutó de una posición distinta de
la de otras naciones dominadas. Senaquerib tuvo la
osadía de destruir la ciudad, pero sus contemporáneos, y
hasta muchos asirios, consideraron que éste era un
crimen tan sacrílego y blasfemo, que su hijo Esar-hadón
reconstruyó la ciudad tan pronto como llegó al trono.
Esta gloria antigua y aparentemente inmortal que rodeó a
Babilonia, hizo posible que la idea de un imperio
neobabilónico fuese aceptada rápidamente después de la
caída del reino asirio, y prestó a su memoria un brillo
que perduró mucho después de su breve vida de menos de
un siglo.
El establecimiento del nuevo reino babilónico por
Nabopolasar y sus campañas contra los asirios, han sido
tratadas en las págs. 68 y 69 de este tomo en conexión
con el derrumbe del imperio asirio. Siendo que este
artículo versa sobre la historia antigua solamente hasta
el 586 AC, año de la destrucción de Jerusalén, los
acontecimientos de los últimos 45 años de la historia
del Imperio Babilonio se tratarán en el t. III de este
comentario.
Fuentes.
Por razones aún no enteramente claras, se han
descubierto muy pocas inscripciones históricas
correspondientes al período del Imperio Neobabilónico.
Muchos textos que describen transacciones comerciales
proyectan luz sobre este período, y hay inscripciones de
edificios que proporcionan información respecto a las
extensas actividades edilicias de los monarcas
babilonios. Pero no se han hallado aún anales reales o
inscripciones que igualen en alguna forma a las de los
emperadores asirios. La ausencia deplorable de
inscripciones históricas puede deberse en parte a una
mala disposición de parte de los babilonios para
registrar sucesos de naturaleza política o militar, y
tal vez en parte a la desafortunada coincidencia de que
ha sido descubierto poco material importante que puede
haber sido conservado.
La Crónica Babilónica se ha conocido por años y se ha
publicado en parte. En 1923 y en 1956 se publicaron
colecciones del período neobabilónico, entre ellas 95
varias tablillas cuneiformes del Museo Británico. Esta
crónica relata, año por año, los sucesos políticos a
partir del año de la ascensión de Nabopolasar hasta el
11.º año de Nabucodonosor, con sólo un vacío de 7 años
en el reinado de Nabopolasar. La así llamada Crónica de
Nabonido, aunque imperfecta, da un relato de los
acontecimientos de una cantidad de años durante el
reinado del último rey babilonio.
Sin embargo, en total hay muy pocos registros
cuneiformes disponibles como para hacer una
reconstrucción de la historia del nuevo período
babilónico. Por lo tanto, es motivo de satisfacción el
que la Biblia dé más detalles de este período que de
cualquier otro período de la historia bíblica. La
información que proporcionan los libros de Reyes,
Crónicas, Jeremías y Daniel, añadida a la que se
encuentra en las obras de Josefo y en las inscripciones
cuneiformes disponibles, permite formar un cuadro
bastante claro de lo que sucedió en este significativo
período del mundo antiguo que señaló el fin del reino de
Judá.
Cronología.
La cronología del Imperio Neobabilónico está fijada. Una
tablilla del Museo de Berlín contiene el registro de
muchas observaciones astronómicas hechas durante el 37.º
año del reinado de Nabucodonosor. Los astrónomos que
verificaron estos datos probaron que los fenómenos
descritos ocurrieron en el año calendario babilónico
equivalente a 568/567 AC, de primavera a primavera [del
hemisferio norte]. Siendo que es posible así determinar
en forma exacta el 37.º año del reinado de Nabucodonosor
hasta el día preciso, en términos de fechas AC, es
fácil, con la ayuda de decenas de miles de documentos
comerciales fechados de esa época, reconstruir el
reinado completo de este monarca y de otros reyes del
Imperio Neobabilónico. Siendo que los resultados
cronológicos obtenidos de esta manera están
perfectamente de acuerdo con la lista de reyes
babilonios contenida en el Canon de Tolomeo, no hay duda
de que la cronología del período del nuevo imperio está
basada en hechos sólidos.
Nabopolasar (626-605
AC).
Los sucesos favorecieron de una manera excepcional a
Nabopolasar, que había sido monarca independiente de
Babilonia bajo los últimos reyes nominales de Asiria.
Ganó todo aquello por lo cual había luchado durante
muchos años Marduk-apal-lddina (Merodac-baladán). No
sólo estableció un imperio babilónico regido por una
monarquía caldea, sino que también vio caer en el polvo
a Asiria, su mayor enemigo. Cuando los medos y los
babilonios destruyeron a Nínive en 612 AC, Ciajares y
Nabopolasar dividieron entre ellos el territorio del
coloso asirio derrumbado. Así cayó en manos del rey
babilonio un imperio que, por lo menos nominalmente, se
extendía desde el golfo Pérsico, pasando por
Mesopotamia, Siria y Palestina, hasta las fronteras de
Egipto. Los medos quedaron satisfechos con recibir del
anterior imperio asirio sus provincias septentrionales y
las de Anatolia. Además, las relaciones entre los dos
nuevos poderes permanecieron siendo cordiales y nunca
fueron alteradas, hasta donde nos permita saber nuestro
conocimiento incompleto de dicho período. Su amistad
mutua fue sellada por el casamiento de Nabucodonosor,
hijo de Nabopolasar, con la princesa meda Amuhia (Amihia).
En los años que siguieron a la caída de Nínive, se
consolidó el territorio recién adquirido y se sofocó la
resistencia de los restos del reino asirio que,
auxiliados por fuerzas egipcias, lucharon por sobrevivir
bajo su rey Asur-ubalit II en la región de Harán.
Durante varios años el rey babilonio no obtuvo una
victoria decisiva, aunque las fuerzas asirias deben
haberse debilitado. Por el año 609 AC el ejército asirio
parece haber sido completamente eliminado, y desde ese
tiempo en adelante no se lo menciona más como un
adversario militar. Sin embargo, Necao de Egipto, debido
a 96 su victoria sobre Josías, estaba en posesión de
Judea y también había ocupado a Siria y partes del norte
de Mesopotamia. Puesto que Nabopolasar se consideraba
heredero de los territorios que habían pertenecido al
imperio asirio, no podía permitir que Egipto rettiviera
los territorios asiáticos ocupados por Necao. A fines de
606 AC Nabopolasar había pacificado sus posesiones
mesopotámicas y podía prestar más atención a la amenaza
egipcia en el oeste, donde las guarniciones babilonias
sufrían seríos einbates. En vista de que el anciano rey
estaba achacoso, la campaña contra Egipto se le confió a
Nabucodonosor, el príncipe heredero. Primero ganó
victorias decisivas sobre el ejército egipcio en
Carquemis cerca del Eufrates, y pocas semanas más tarde
cerca de Hamat, en Siria. A mediados de 605 AC
Nabucodonosor estaba listo para la invasión de Egipto
cuando recibió la noticia de la muerte de su padre el
día 8 del mes de Ab (aproximadamente el 15 de agosto de
605). Esto decidió su regreso inmediato a Babilonia y su
ascensión al trono el 1.º de Elul (aproximadamente el 7
de septiembre).
Nabucodonosor II
(605-562 AC).
En Nabucodonosor II, Nabopolasar tuvo un digno sucesor,
y Babilonia, un rey próspero e ilustre. El llevó a cabo
muchas campañas militares, especialmente contra Judá,
como lo sabemos por la Biblia y por la Crónica
Babilónica descubierta no hace mucho, y pudo pacificar
los países pertenecientes a su imperio. Sin embargo,
dedicó a obras de paz la mayor parte de sus energías y
recursos. Su principal ambición fue convertir su capital
en la metrópoli más gloriosa del mundo. Se gastaron
ingentes sumas de dinero en la edificación de palacios,
templos y fortificaciones, y Babilonia llegó a ser una
ciudad de la cual pudo decir Nabucodonosor: "¿No es ésta
la gran Babilonia que yo edifiqué ... para gloria de mi
majestad?" (Dan. 4: 30). Una descripción de la ciudad
que él edificó se presenta en la nota adicional del cap.
4 de Daniel.
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El Imperio
Neobabilónico desde 586 hasta 539 AC
Nabucodonosor II
(605-562 AC).
Después de la conquista de Judá y la destrucción de
Jerusalén, Nabucodonosor dirigió su atención
principalmente a obras de paz y llevó a cabo grandes
construcciones. El rey estaba muy orgulloso de esta
clase de realizaciones, como lo revelan sus muchas
inscripciones en los edificios. Babilonia fue
prácticamente reconstruida por él. Agrandó la ciudad y
la rodeó de nuevas fortificaciones, con las cuales
encerró el último palacio que había edificado a más de
kilómetro y medio hacia el norte del sitio del antiguo.
Siguiendo sus directivas, se hermoseó el gran templo de
Marduk, llamado Esagila, y se completó su torre,
Etemenanki, que 48 ya estaba en ruinas cuando su padre
tomó el trono. Se reconstruyeron o edificaron muchos
otros templos en Babilonia y otras ciudades durante el
reinado de Nabucodonosor, período que vio una actividad
de construcciones más extensas que cualquier otra época
de la historia de Mesopotamia.
Se sabe muy poco de las empresas militares de
Nabucodonosor después de la campaña de Judea, pues no
hay nada después de su 11.º año en las crónicas
babilónicas existentes (en la bibliografía de la pág.
86, ver la obra con esas crónicas, editada por D. J.
Wiseman), que relatan muchas campañas militares de
Nabopolasar y Nabucodonosor, y una de Nergal-sar-usur.
Sin embargo, se sabe que Nabucodonosor luchó durante 13
años contra Tiro (585-573 AC.). Esa orgullosa potencia
marítima, que confiaba en su posición isleña
inexpugnable, se negó a inclinarse ante el monarca
babilónico, y por eso se atrajo la ira de Nabucodonosor.
Un año antes que comenzase la campaña de Nabucodonosor
contra Tiro, el profeta Ezequiel había predicho la
suerte de la rica ciudad comercial, que abarca grandes
secciones residenciales sobre tierra firme, y depósitos,
arsenales, fábricas y astilleros ubicados en la
seguridad de una islita rocosa separada de la costa. Las
fuerzas de Nabucodonosor conquistaron y destruyeron la
parte continental de Tiro a la cual se aplican las
profecías de Ezequiel, pero durante muchos años sitiaron
en vano la isla. Tiro finalmente se rindió con la
condición de retener a su rey, aunque tuvo que aceptar
la intervención de un alto comisionado babilónico, que
fiscalizaba los asuntos externos e internos de Tiro y
cuidaba de los intereses de Babilonia.
En esta época debe haberse llevado a cabo una campaña
contra elementos revoltosos entre los anteriores vecinos
de Judá: Siria, Amón Moab, también contra Egipto -como
lo indicaba Josefo- en el año 23 del reinado de
Nabucodonosor (582 AC). También parece que algunos
judíos que, habían sido dejados en el país después del
desastre de 586 AC participaron en actividades
antibabilónicas, lo que provocó la acción punitiva de
Nabucodonosor por la cual 745 judíos más fueron llevados
cautivos a Babilonia, según Jer. 52: 30.
Aunque, el sitio de Tiro no había sido infructuoso, los
caldeos se sintieron chasqueados y consideraron que no
compensaba los esfuerzos de un asedio de 13 años, como
lo revelan las palabras de Ezequiel (cap. 29: 18-20).
Sin embargo, el profeta predijo que hallarían rico botín
en Egipto. Poco se sabe de la campaña egipcia de
Nabucodonosor predicha en esta profecía. Un sólo
fragmento de tablilla, que está en el Museo Británico,
habla de guerra de Nabucodonosor - en el 37.º año de su
reinado (568 AC)- contra Amasis de Egipto. Es
comprensible la ausencia de registros egipcios
referentes a esta guerra de resultados sin duda
desastrosos para Egipto, pero es desafortunado que
tampoco existan registros babilónicos que nos permitan
ver cómo se cumplió la profecía de Ezequiel. Siendo que
Amasis continuó reinando en Egipto después de esta
campaña, puede ser que Nabucodonosor lo hubiLera
perdonado y vuelto a colocar en el trono.
Los testimonios documentales seculares nada dicen de los
últimos siete años del gran rey. el libro de daniel
registra siete años de locura de nabucodonosor, sin duda
seguidos por su muerte, ocurrida quizá poco después que
se restablecio (Dan. 4). Este hecho no figura en los
registros de la época, que ocultan con todo cuidado las
de ficiencias de su gobernante.
Amel-Marduk, Negal-sar-usur
y Labasi-Marduk (562-556 AC)
Cuando Nabucodonosor, uno de los más brillantes monarcas
de la antigüedad, murió a principios de octubre del 562
AC, después de un reinado de 43 años, su hijo Amel-Marduk
-el Evil-merodac de la Biblia- ascendió al trono
(562-560 AC). Los 49 historiadores antiguos sólo lo
conocen como un hombre de vida impía y desordenada, pero
la Biblia nos informa que perdonó a Joaquín, el rey
encarcelado de los judíos, y le concedió honores reales
(Jer. 52: 31-34) en el 37.º año después que fue
deportado de Jerusalén por .Nabucodonosor.
Amel-Marduk no ostentó el poder de su padre, y después
de un reinado de menos de dos años fue asesinado por
revolucionarios, que colocaron en el trono a uno de los
suyos, Nergal-sar-usur (Gr.: Neriglisar), quien no sólo
había sido uno de los cortesanos que recibió más honores
de Nabucodonosor (Jer. 39: 3, 13), sino que también fue
su yerno, y por lo tanto cuñado de Amel- Marduk. Nergal-sar-usur
(560-556 AC) efectuó una incursión a Cilicia en 557/56,
registrada en la crónica (pág. 48). Afirma haber
construido templos y palacios y haber destruido a sus
enemigos y quemado vivos a sus opositores.
Puesto que llegó al trono cuando era relativamente
anciano, murió después de un corto reinado de menos de
cuatro años. Su hijo Labasi-Marduk lo sucedió y gobernó
quizá menos de dos meses, en mayo y junio del 556 AC.
Entonces una gavilla de conspiradores lo torturó hasta
matarlo y colocó como rey de Babilonia a Nabonido, uno
de los suyos.
Nabonido (556-539 AC).
Los antepasados del nuevo gobernante no han sido
identificados en forma definida, pero parece que su
padre fue príncipe de Harán, con el nombre de Nabu-Balatsu-iqbi,
y su madre fue probablemente Shumua-damqa, sacerdotisa
de Sin (el dios luna), quien, según un monumento que se
cree fue levantado en su honor, ocupó este puesto en el
templo de Sin, en Harán, desde el tiempo de Asurbanipal.
Existe la opinión de que cuando Harán fue conquistada
por los medos y babilonios en 610 AC, ella y su joven
hijo pueden haber sido llevados cautivos a Babilonia, y
ella fue llevada al harén de Nabucodonosor donde, con el
transcurso del tiempo, pasó de concubina a ser la esposa
favorita del rey. También se le concedieron favores
reales a su hijo Nabonido, quien llegó a ser funcionario
de influencia en la administración del imperio, como se
ve porque probablemente fue escogido en 585 AC por
Nabucodonosor para que actuara como mediador en la
guerra entre medos y lidios. Es probable que estuviera
casado con una de las hijas de Nabucodonosor así fuera
yerno del rey. Por esta razón Daniel pudo llamar a
Nabucodonosor padre de Belsasar, según la usanza hebrea,
con el significado de "antecesor" o "abuelo" en este
caso (Dan. 5: 11). El siguiente cuadro genealógico
mostrará el parentesco existente entre los diversos
gobernantes del Imperio Neobabilónico, que se enumeran
en orden desde Nabopolasar hasta Nabonido
Cuando
Nabonido llegó al trono se necesitaba un gobernante
fuerte. Los medos se habían vuelto osados bajo los
débiles gobernantes anteriores de Babilonia, y se habían
anexado la región de Harán. Este fue un acto de
agresión, que si no era reprimido podía servir de
estímulo para más incursiones. Por lo tanto, durante sus
primeros años de reinado, Nabonido consideró la
reconquista de Harán como su primer deber. Al hacerlo
demostraba que llegaría a ser un gobernante fuerte y
decidido; sin embargo, esa esperanza no se realizó,
porque el rey parecía tener intereses extremadamente
abarcantes y planes demasiado amplios. Rendía culto al
dios lunar Sin, y en Harán reconstruyó el templo de este
dios, que había estado en ruinas desde 610 AC. También
levantó edificios sagrados en Ur, donde ubicó a su hija
como sacerdotisa de Sin. Se interesó en la historia
antigua de su nación, y desenterró viejos registros. Sin
embargo, parece haber reconocido los peligros que
surgían hacia el Oriente y tomó medidas para
afrontarlos. Entre ellas puede contarse su campaña
contra Arabia, que se mencionará más adelante, en uno de
los párrafos que siguen.
En 553 AC, mientras combatía en la Palestina oriental,
cayó enfermo y fue al Líbano para curarse.
Inmediatamente llamó a su hijo Belsasar y le confió el
reino. De este modo procuró garantizar la perpetuidad de
su casa real, para que de esa forma ningún usurpador
fuera puesto en el trono de Babilonia durante su
ausencia. Así estuvo libre para llevar a cabo nuevos
planes de expansión de su imperio. Mientras tanto,
Belsasar regresó a Babilonia y a principios del 552
(probablemente, ver pág. 98) reinó como corregente sobre
las provincias centrales en nombre de su padre. Esto
explica la razón por la cual, cuando deseó honrar a
Daniel de una manera especial, sólo pudo ofrecerle nada
más que el tercer puesto en el reino, el más encumbrado
que estaba facultado para ofrecerle, porque él mismo
ocupaba el segundo lugar (Dan. 5: 16).
Tan pronto como Nabonido salió de su enfermedad, comenzó
una invasión del noroeste de Arabia y conquistó el oasis
de Tema, que había de ser su residencia durante muchos
años, y donde levantó grandes palacios. No se conoce la
verdadera razón de esta conquista. Algunos historiadores
han creído que Nabonido fue a Arabia a fin de tener una
capital más segura en el caso de que cayese Mesopotamia
en manos de los medos y los persas del Irán, o porque
estaba enfermo de la mente y necesitaba ese lugar de
aislamiento. Sea cual fuere la razón, Nabonido
permaneció en Tema por lo menos hasta el 11.º año de su
reinado, 545 AC, y durante ese tiempo llevó a cabo con
éxito varias campañas contra las tribus árabes del sur.
Mientras tanto se había malquistado completamente con
los personajes principales de Babilonia, especialmente
los sacerdotes. Su larga ausencia de la capital produjo
la omosión de varias fiestas de año nuevo que
continuamente proporcionaban muchos recursos para los
templos y el favoritismo que demostró por Sin le atrajo
la hostilidad del sacerdocio de Marduk. La mala
administración del gobierno de Belsasar puede haber
ahondado en muchos babilonios el deseo de que hubiera un
cambio de administración. Sin embargo, los dos
gobernantes parecen haber tenido tan firmemente en sus
manos las riendas del gobierno, que no se intentó
ninguna rebelión. Si la hubo, es razonable concluir que
fracasó, pues no tenemos absolutamente ningún registro
de ella.
Durante los primeros años del reinado de Nabonido surgió
una nueva estrella en el cielo político del Cercano
Oriente, Ciro, rey vasallo de los medios, conocido como
el gobernante de las tribus persas, quien se designaba a
sí mismo "rey de 51 Ansán". Se rebeló contra su señor
Astiages de Media y, después de haber tomado la capital
Ecbatana, depuso a su rey en 553 AC, ( según otras
fuentes en 550), alrededor del tiempo cuando Nabonido
nombró como corregente a Belsasar. El peligro de parte
de las tribus orientales empezó a sentirse con mayor
realidad que antes, y cuando Creso de Sardis, rey de
Lidia, propuso al rey Amasis de Egipto y a Nabonido que
formaran una alianza contra el nuevo poder oriental,
Nabonido aceptó gustoso.
De acuerdo con la máxima de que "el ataque es la mejor,
defensa", Creso invadió el territorio persa en 547 AC,
pero por haber calculado mal sus fuerzas, perdió su
capital y su reino antes que sus aliados tuvieran tiempo
de organizarse de ayudarlo contra Ciro.
En los años siguientes Ciro consolidó su poder en el
imperio que entonces se extendía desde la meseta irania
hasta la costa occidental del Asia Menor. Cuando
finalmente en 539 AC, después de algunos años
adicionales de preparación, Ciro creyó que había llegado
el tiempo para marchar contra el débil imperio de
Nabonido, cayó ante él sin esfuerzo la rica provincia
oriental de Gutium, fronteriza con el territorio de Ciro
y que formaba el baluarte principal de la muralla meda
construida por Nabucodonosor para proteger su imperio
contra una posible invasión desde el este. Nabonido
naturalmente se alarmó. Tal vez para protección propia o
para privar a Ciro de la ayuda de los dioses locales en
caso de invación, trasladó las estatuas de los dioses de
varias ciudades a Babilonia durante la primavera y el
verano de 539. Así aumentó el resentimiento de las
poblaciones y de los sacerdotes locales, quienes
consideraron que les robaba sus dioses. Este acto
también provocó el antagonismo de los sacerdotes de
Babilonia al aumentar la competencia religiosa en la
capital, que era considerada principalmente como dominio
del famoso y muy respetado dios Marduk.
Cuando Ciro estuvo listo para marchar contra Babilonia,
Belsasar había reunido sus fuerzas en Opis, sobre el
Tigris, para hacer frente a la amenaza de invasión para
impedir que Ciro cruzase el río. En la batalla que
siguió los babilonios sufrieron una desastrosa derrota,
y los persas avanzaron inmediatamente hasta Sippar,
junto al Eufrates, sin hallar resistencia alguna. Ciro
tomo pacíficamente esa ciudad el 11 de octubre de 539
AC. Nabonido mismo huyó en dirección al sur. Belsasar
regresó a Babilonia, a unos 56 km hacia el sur de Sippar
y, confiado en sus grandes fortificaciones, pemaneció en
la ciudad. Fue allí donde, con espíritu de orgullo y
arrogancia y con un temerario sentimiento de seguridad
(PR 384), pasó bebiendo su última noche con sus
concubinas y amigos en una orgía frívola, en la que usó
los vasos sagrados del templo de Salomón (Dan. 5). El 12
de octubre Babilonia cayó ante las fuerzas de Ciro que,
según Herodoto, habían desviado el Eufrrates que
normalmente corría por la ciudad y entraron sin
oposición. Belsasar fue muerto. Nabonido, que había
huido hacia el sur, sin duda halló que ya le habían
interceptado los caminos de escape, por lo que regresó a
Babilonia y sé entregó a la misericordia de su enemigo
victorioso. Según un informe griego, su vida fue
respetada por el generoso Ciro, y fue nombrado como
gobernante subordinado de la lejana Carmania.
El imperio de los caldeos llegó así a un fin sin gloria
después de una existencia de menos de un siglo. Fundado
por un gobernante poderoso, Nabopolasar, agrandado y
consolidado por su tío Nabucodonosor, igualmente
poderoso, el imperio se desintegró rápidamente después
de la muerte de este último durante una sucesión de
gobernantes débiles. El Imperio Neobabilónico había
desplegado una gloria de riquezas materiales como tal
vez nunca existió antes. Por eso se lo comparó con "la
52 cabeza de oro" en el cuadro profético del sueño de
Nabucodonosor (Dan. 2: 38). Sin embargo, siempre tuvo
las siguientes debilidades inherentes, que materialmente
favorecieron y aceleraron su caída:
1. La nación babilónica estaba envejecida y había estado
sometida durante tantos siglos a los amorreos, coseos,
asirios y ahora a los caldeos arameos, que carecía de
algunos rasgos de carácter que hacen que una nación sea
políticamente fuerte y sana.
2. No había intereses ni vínculos comunes que ligasen a
las distintas naciones del imperio con la dinastía
caldea. Los mismos babilonios eran étnicamente extraños
para los caldeos, que sólo formaban la clase dominante.
Cuando el vigor del gobernante compensaba estas
debilidades, como en el caso de Nabucodonosor, el
imperio parecía fuerte. Sin embargo, con un gobernante
débil como Nabonido, que se ausentó durante muchos años
de su capital, que se interesaba más en las antigüedades
del país que en sus necesidades presentes, y que
favorecía más a una deidad provincial que al dios
patrono nacional, además de cometer otras acciones
insensatas y errores políticos, no podía permanecer
intacto el heterogéneo Imperio Babilónico.
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